Tenia un hueco en el bolsillo del pantalón, la noche de invierno lo encontraba parado en su cuarto y su cabeza era un embotellamiento.
Rodeado de libros, cintas de ocho milímetros, cajas de cigarrillos y tazas de café a media asta, tazas viudas. No se hacia la idea de que ese era su ultimo día en Paris. Recorrió sus parques, sus calles, sus paraísos.
Se decía que por los huecos del bolsillo iba dejando caer recuerdos en cada lugar. Al llegar al aeropuerto ya no sabia nada de sus días parisinos, ni de sus cintas, ni de sus tazas enlutadas. |